miércoles, 23 de marzo de 2016

ÚTERO-Civilizaciones Olvidadas. L. G. Morgan

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CAPÍTULO VII
Página 3

Mujer lágrimas


Por eso tenía que librarle de ella, aquella pequeña arpía con fingidas maneras de dulzura no iba a apoderarse de lo que era suyo y llevárselo lejos y echarle a perder. No lo permitiría.
         Tras la deliberación del consejo llamaron a Krom. Le ordenaron, ya que parecía entenderse con ella, que le trasmitiera la decisión tomada y le explicara las consecuencias de no obedecer. Le concederían el resto de la noche para tomar una decisión, encerrada a solas en la Casa de Piedra. Y volverían al amanecer… Volverían con sus preguntas y con todo lo necesario para hacerla hablar. Le dijeron a Krom que fuera explícito sobre los métodos de persuasión que podrían emplear, que a la muchacha le convenía tenerlos en cuenta.

Fue una de las cosas más difíciles que Krom había tenido que hacer en su vida. Le desgarró por dentro y le hizo sentir despreciable. Se obligó a emplear las duras palabras que todos esperaban para explicarle a Laya la decisión de la tribu. La miró con desdén una última vez y la abandonó, librada a su suerte, entre las miradas de aprobación de los suyos y en especial de su madre.
         Laya pareció comprenderlo todo, al menos el significado de las palabras. No lograba creer, sin embargo, el cambio que se había operado en Krom; no acertaba a imaginar por qué se había convertido en su enemigo, un extraño que parecía compartir todo el odio y el desprecio que le mostraban los demás.
         Cuando se retiraron todos a descansar se quedó sola y a oscuras, sin haber pronunciado una palabra ni haberse permitido una lágrima o una queja. La tormenta se desató sin embargo en cuanto se extinguieron los ecos de las últimas pisadas. Entonces, en la completa soledad de un mundo ajeno, encadenada a la pared de una casa extraña, se sintió la más desdichada y miserable de las criaturas.
         Se llamó estúpida y crédula mil veces y se culpó por todas sus decisiones equivocadas, especialmente la primera, que había tomado en aquel momento en la Casa del dios, cuando su ansia de rebeldía y libertad la había impulsado a buscar una nueva vida. No tenía derecho, al parecer. Su destino había sido escrito antes incluso de nacer y había sido una necia al no comprenderlo así.

Krom esperó mucho tiempo, hasta convencerse de que el sueño había vencido a todos en el poblado. Había planeado todo con un cuidado extremo, pero convenía ser cauteloso.
         Hacía tiempo que Krom conocía el secreto de su abuelo. Sabía que guardaba, bajo la yacija donde dormía, un saquito que él creía a salvo del conocimiento del resto. Contenía flor de adormidera. Su abuelo había sido el curandero de la tribu, hasta que la edad y la enfermedad le confinaron a las tareas más sencillas dentro del hogar. Pero Krom sabía que su abuelo no había olvidado nada de su ciencia, que conservaba la cabeza despierta y que seguía siendo perspicaz y penetrante como antaño. Y en medio de esa lucidez, la vida se hacía a veces insoportable.
         Desconocía el momento en que el recurso de la adormidera se había convertido en algo habitual, pero intuía que se había tratado de un proceso gradual y apenas consciente. Krom nunca había hecho uso de ese hecho hasta aquella noche, lo había guardado para sí. Pero ahora se trataba de una circunstancia especial, estaba en juego una vida.
         Había extraído un poco de la hierba mágica del viejo hechicero, y lo había añadido en secreto a la bebida que circulaba entre todos en cada consejo de la Casa de Piedra. Con ella se sellaba cada acuerdo, era la tradición. Krom había observado especialmente que su madre, y el resto de Soñadores de la tribu, bebieran la cantidad necesaria. Ahora solo debería temer a algún niño que pudiera despertarse de pronto, u otra cosa imposible de prever. No había tenido tiempo ni posibilidades de hacerse con provisiones, ni más armas que las propias. Tendrían que arreglarse como pudieran, decidió con estoicismo.

1 comentario:

  1. Magnífica imagen, como todas. Son un surtido desbordante de belleza y muy bien entramado con cada fragmento de lectura. Me estoy regodeando...

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