martes, 15 de marzo de 2016

ÚTERO-Civilizaciones Olvidadas. L. G. Morgan

#13Capítulos13Semanas
CAPÍTULO VI
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Mist in the forest-Andreea Cernestean

Mist in the forest - Andreea Cernestean

Krom abandonó la cuestión y abordó el tema que le venía preocupando, más seguro que nunca de la necesidad de esconder a Laya en un sitio seguro. Le contó sus reflexiones de la noche y le dijo que solo veía una solución posible a sus problemas, que ella se fuera con él al poblado.
         Laya se negó, asustada. Volvió a recordarse a sí misma todo lo que se contaba en Takl-in-Maku acerca de los exteriores. Su fama de salvajes asesinos, enemigos ancestrales de su gente. Sin embargo, también tenía presente que Krom la había ayudado desde el primer momento, confiaba en él...
         Él sintió tambalearse su decisión e insistió de nuevo, y ella volvió a negarse, pero con menor convicción. Entonces, recurriendo a toda su elocuencia, difícil en esas condiciones, le hizo ver que era el único camino, que los suyos la cuidarían, que habría refugio y comida… Hasta que logró la resignada aceptación de la muchacha. Acordaron finalmente que viajarían juntos al poblado cuando cayera la tarde.

Los Recolectores de Takl-isten-Fao habían hecho una breve batida durante la noche, sin ningún resultado. Se habían alejado cuantos kilómetros les pareció prudente sin hallar nada sospechoso. Así que volvieron a la ciudad y reanudaron la vigilancia a través de las lentes de los periscopios. Aunque la mujer huida había sido vista por última vez dirigiéndose en su dirección, nada permitía asegurar que no hubiera cambiado de rumbo, o incluso que se hallara muerta o herida a esas alturas, despeñada en algún barranco o víctima de algún animal. De todos modos, continuarían con las acciones de protección cuanto hiciera falta, aunque el paso de las horas iba menguando su escrupulosidad.
         Poco después de amanecer uno de los centinelas dio la voz de alarma. Había avistado al mismo guerrero del día anterior, esta vez sin una intención manifiesta que explicara su presencia allí, ni caza ni recolección ni nada. Era la única persona en muchas lunas que se hubiera aventurado hasta ese lugar. Y volvía por segunda vez en pocas horas al mismo sitio, con una actitud atenta y vigilante que enseguida llamó su atención. Era todo enormemente sospechoso. El periscopio le perdió a poco de internarse entre los árboles, su radio de vigilancia no abarcaba más.
         El centinela se puso al habla con el jefe de Recolectores y decidieron que en cuanto fuera posible volverían a salir, y descubrirían de una vez por todas lo que el Exterior ocultaba en el bosque, algo tan preciado para él que había regresado de nuevo a buscarlo.
         El día pasó en medio de una nueva tensión. Ahora estaban seguros de que algo raro estaba pasando en su territorio. La luz fue menguando y con ella creció la intranquilidad de los centinelas, ansiosos por que llegara el momento de ponerse en marcha. En cuanto el sol se hundió en su camino al oeste detectaron nuevos movimientos. Vieron al muchacho abandonar la espesura… Esta vez acompañado. No había duda, la mujer que lo seguía era una de los suyos, tenía que ser Laya Mervânie, la chica de la alerta, la fugitiva.

Al atardecer Laya y Krom se decidieron a ponerse en camino, siguiendo la ruta a casa,  no sin cierta reticencia por parte de la muchacha. El chico iba un par de pasos por delante, vigilando a su alrededor para asegurarse de que no había peligro, que nadie les aguardaba al borde de la senda.


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